Las sociedades modernas siempre nos enseñan que a diario debemos luchar por nuestros ideales, y más que por nuestros ideales por los objetivos que queremos alcanzar, la libre competencia para ser una realidad al momento de pensar en las metas que nosotros queremos alcanzar o al lugar que queremos llegar. Lo que no se nos dice, es que esa "libre competencia" no aplica para todos los ciudadanos y que muchas veces se privilegia a aquellos que han nacido con alguna posibilidad.
Las injusticias o el sentido de la justicia, pocas veces se toma en serio en una sociedad que es cada vez más individualista, y que premia al que tiene la astucia de usar todos los medios que le sean posible para llegar a posiciones de prominencia, es ahí donde surgen dos grandes grupos, los que están por encima de todo y los que están abajo de todo. ¿Será que las oportunidades realmente no existen? O más bien será que las oportunidades no son iguales para todos.
Cuando se premia al individualismo pocas veces se piensa en el bienestar de la comunidad, porque siempre será más importante el "yo quiero" o "yo debo", las sociedades actuales no premian colectivamente y es porque el concepto de colectividad ha sido devaluado al punto de sonar como ideas del pasado o ideas radicales. Las personas que luchan por un bien común, por lo general son personas con pensamiento divergente, personas que su nivel de consciencia transciende a lo que la "normalidad" dicta.
El individualismo es tan grande que nos convierte en personas orgullosas, personas carentes de racionalidad guiada por impulsos tan primitivos como el de supervivencia, pocas veces pensando en hacer el bien a la persona que esta a mi lado. El sentido la moral pasa a un segundo plano cuando de llegar a la meta a cualquier costo se trata, es ahí cuando una sociedad empieza a morir y solo se centra en si misma, pero no como un colectivo en el que estamos todos sino en seres individuales luchando por salir de abajo.
Realmente los que estamos abajo pocas veces pensamos en el potencial que tenemos todos como colectivo, un colectivo que pudiera hacer cambios importantes, que a la larga poco nos importa porque mientras no me afecte a mi, no hay problema. El poder de la consigna de la unidad es grande, ya que es ahí donde se logra ser invencible, esperemos que algún momento logremos unirnos, para lograr vencer al mal que nos acecha con el bien, pero no un bien mezquino guiado por el egoísmo, o para lograr mis propósitos, sino un bien donde lo importante sea servir al que esta abajo de mi.
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